lunes, 28 de septiembre de 2020

Choose life (Diego Godoy)

Elegí nacer y no ser abortade.

Elegí ser pobre y beber

el agua sucia de un río cagado.

Elegí no ir a una escuela estatal

en primaria, sino a una religiosa

de abandonada doctrina.

Elegí, entonces, envidiar compañeros

que tenían alguna moneda

para matar más que el hambre.

Elegí decir “¿me invitás?” porque

elegí que me enseñaran que robar está mal.

Elegí así devolver unos

botines de regalo, que se elige

ser pobre pero honrado.

Elegí no tener juguetes costosos

y algo más caro como una bici

que debería haber compartido

con dos de mis tres hermanos

que elegí tener para pelearme.

Elegí no no fumar,

no no beber,

ya que ahora descarto

la primera sola de estas opciones.

Elegí repetir un año secundario

donde elegí hacer seis y hasta siete

para empardar los años primarios.

Elegí allí también cagarme de hambre

esperando un bondi tras otro

sin poder abordarlos, agarrotados;

o para variar elegí caminar

hasta casa 30 calles

por haber elegido una chipa

de media mañana, inalcanzable

al mediodía.

Elegí no tener sexo por pavo

y menos besar muchas chicas,

lo que siempre es un clavo

socialmente mental.

Tiempo después elegiría

los libros literarios que, obviamente,

elegí no pagar por haber decidido

no pedir plata a mis padres

sino becas de fotocopias

e ir caminando ya que estaba entrenado.

Y tuve la suerte de poder elegir

levantarme temprano, tipo 3 ó 4

para repartir diarios

en la bici añorada

y poder irme, luego, a estudiar

montando la misma para evitar

los pasajes que aporten

un fondo al hogar, donde

elegí no volver a almorzar

para que alcanzara

para los demás puesto que yo

hasta postre tenía

en la facultad: una naranja,

una mandarina,

a veces un pan…

Elegí todo esto hasta

que reconocí no haber elegido

palabras, escribir, sino

ser escrito por ellas. Entendí,

así, que toda

conciencia es impropia,

que toda palabra es ajena;

más, al descubrir

que lo propio tampoco son las

decisiones de clase. Por ello debí

replantearme todo

este poema,

sobre todo al ver revelada

esta llana verdad en este

link pasajero aquí descrito como

hache te te pe dos puntos

barra barra eme punto

youtube punto com

barra watch

interrogación ve corta

ve corta (otra vez pero) mayúscula

guion medio a (la vocal) zeta

siete jota tres ese (mayúscula)

ce equis ele and (el signo comercial

arriba del seis en el teclado)

te igual tres ese

o lo que es lo mismo, este hipervínculo:

https://m.youtube.com/watch?v=V-az7j3ScxI&t=3s

¿Un plagio, un tributo,

una remembranza? Quizás

la inconsistencia

de que

toda palabra es ajena.


Sobre el autor

Diego R. Godoy tiene treinta y seis años y es, aunque hubiese preferido algo distinto, de Posadas. Nació en la lectura literaria con dos obras que, según rumores, le habrían reestructurado las relaciones sinápticas: Las armas secretas, de Julio Cortázar y El Aleph, de Jorge Luis Borges. Otro autor que lo habría entusiasmado a la escritura habría sido Isidoro Blaisten, con sus absurdos melancólicos.

Diego ha sido reconocido por la revista Le, del Centro del Conocimiento, con un primer premio por su cuento “Beso de pez”, publicado en su edición número 3, de octubre de 2010. También le publicaron su cuento “Llevarse los ceros” (Editorial Universitaria de Misiones, 2009), que obtuvo el tercer lugar en el concurso La escritura en manos de todos, en su edición de 2007. Otros cuentos suyos circularon en las revistas independientes Impresencia (“Perspectiva”) y El Puente (“El sueño de Daniel”, Número 3, noviembre de 2008). La revista Le también ha publicado sus cuentos “Voyeur de supermercado” (Número 7, agosto de 2012) y “Nadia ha sido rota” (Número 14, junio de 2016).




lunes, 21 de septiembre de 2020

Siesta generacional (Fabián H. Medina)


Puede que sea buen momento
o tal vez el momento menos malo
para aceptar nuestra derrota 
para firmar la capitulación



Veníamos a llevarnos el mundo por delante
pero el mundo nos terminó llevando puestos


Seguramente nos irá mejor que a nuestros padres
pero mucho peor de lo que anotamos en nuestro diario de infancia



Tal vez ninguno de nosotros tenga una casa propia, 
ni siquiera un terreno donde caernos muertos.
Con poder pagar un depto en un barrio decente
o un monoambiente que no se llene de humedad
después de la primera lluvia de otoño 
podríamos darnos por realizados. 



Nuestros sueños de gloria serán pisoteados
por la cotidianidad y la abulia.



Yendo y viniendo de trabajos que odiaremos
nos pasaremos la mayor parte de nuestra vida.
Seremos changarines deluxe:
con títulos pero precarizados.



El poco tiempo que nos sobre, 
entre los cuatro laburos que necesitaremos
para cancelar el mínimo de la tarjeta,
lo usaremos para nuestros proyectos. 
Ya no grandes emprendimientos
sino pequeños pasatiempos
Pírricas victorias al tedio



El hijo pelotudo del dueño de la empresa
heredará el cargo por el que tanto nos deslomamos
y aunque fantaseemos con el retiro voluntario
seguro trabajaremos hasta los 80 años
bancando al no menos pelotudo hijo cuarentón
que sigue viviendo en nuestra casa
porque no encontró su profesión
o porque no se le canta hacer nada



¿Todo muy pesimista?

¿Todo muy realista?

A lo mejor el futuro resulte distinto
Mucho mejor… o menos malo
Por eso ahora pensemos en lo bueno
Hagamos el esfuerzo
Todavía nos quedan 5 minutos hasta que suene la alarma.




lunes, 14 de septiembre de 2020

Esto que me pasa - Capítulo 6 (Fremdina Bianco)

Hace cinco días que no veo a Juan. Me dijo que iba a Encarnación a hacer unos trámites y no volvió, yo comienzo a preocuparme, aunque en el fondo sé que sin mí mucho no va a aguantar. Capaz se quedó sin plata y está buscando alguna changa para comprar el pasaje. Por las dudas, prendí una vela y pedí por él, porque nunca estuvimos tanto tiempo sin vernos. ¿Y si tuvo un accidente y la gente no me puede ubicar? Ahora que lo pienso, el teléfono no suena hace rato, capaz hay algún problema en la línea y ni me enteré. ¡Ay, por favor que no esté en un hospital!, a Juan siempre le dieron impresión los hospitales, esa gente enferma con la piel podrida y las heridas a punto de explotar de tanto pus, qué asco, ni me imagino. Ay, Virgencita, protegémelo… Betiana dice que vayamos a ver a la curandera del Sur Argentino, que es famosa. Me acuerdo una vez que pasé por ahí. Había una cola enorme de autos, todos caros, igualitos a esos que usan en la Municipalidad. Ella cree que la curandera va a saber decirme qué hacer, pero la verdad es que a mí toda esa cosa de brujerías me parece pura cháchara. Mirá si va a adivinar qué le pasó a Juan. Prefiero imprimir una foto de él y pegarla por el pueblo, cosa que si alguien lo ve pueda avisarme rápido. A Juan todos lo conocen, pero no por eso tienen que saber que hace rato no vuelve. Igual todavía no me decido qué foto poner. Pensé en esa en la que estamos juntos en el arroyo, así estoy yo también. La foto es muy linda, y me trae recuerdos que me hacen sonreír. Esa tarde después del arroyo, Juan me llevó a caminar por el monte, me dijo que quería mostrarme algo que me iba a encantar. Yo le hice caso y lo seguí, con mi remerita roja que me queda tan bien y una pollera por encima de las rodillas, la parte de la cola y las tetas mojadas por la malla que todavía no se me había secado. Juan abrió paso con su machete hasta que se dio vuelta y me dijo llegamos. Yo miré para todos lados a ver si encontraba algo pero no había nada más que capuera. Ahí me enojé, le dije que era un tarado y me di vuelta como para volver, pero él me agarró fuerte del brazo y me tiró contra un árbol. Yo le dije tratame despacio, qué te creés. Él me metió la mano entre las piernas y me levantó la pollera. Yo le supliqué, pará, pará, le decía, no seas bruto, le decía, pero él no me escuchaba y me seguía besando. En un momento lo empujé fuerte y casi se cae, pero volvió como una fiera y me apretó fuerte las tetas, parecía que quería exprimírmelas. Yo todavía le decía que era un bruto pero la verdad es que por dentro me estaba quemando, quería que me rompiera toda, y cuanto más le decía que no, más fuerte me empujaba. Se sacó el pantalón y me bajó la bombacha. Ahí me puse nerviosa porque no sabía bien qué hacer pero Juan me dijo tranquila, no pasa nada, va a entrar despacito… Yo sentí un ardor profundo pero lo veía a Juan moverse con tantas ganas que no quise decirle nada. A pesar de que me sangraba mucho, me aguanté como una señorita.

Lectura de fragmento de la novela Esto que me pasa, editada por Notanpüan

Sobre el autor:

Fremdina Bianco (30 años) nació en Posadas, Misiones. Es licenciada en Cinematografía con orientación Dirección (Universidad del Cine), escritora y docente. Fundadora de Vecinas Cine. Fue directora y guionista del largometraje "No hay tierra sin mal", entre otros cortometrajes. Autora de la novela "Esto que me pasa". Es alumna del taller de escritura de Diego Paszkowski. Sus autores preferidos son: Néstor Perlongher, Pedro Lemebel, Manuel Puig, Juan Rulfo, Fernando Pessoa, Sylvia Plath. Entre los libros que la marcaron podemos señalar: "El desierto de los tártaros", "Apegos feroces", "Las muertas", "Ningún lugar a donde ir", "Las malas", "Trilogía de Auschwitz", "Y no se lo tragó la tierra", "Tengo miedo torero", "Las partículas elementales", "El extranjero".

Publicaciones:

NOVELA

2019 - “Esto que me pasa” - Editorial Notanpüan - ISBN 9789874693525. La novela fue seleccionada junto a otras 7 obras entre 420 novelas para participar de la Bienal de Arte Joven y fue ganadora del Premio Edición por la editorial Notanpüan.

Para leerla: https://bienal.buenosaires.gob.ar/blog/292/esto-que-me-pasa-de-fremdina-bianco


CUENTOS

“Producir” en Antología de nuevos escritores. "Letras y Cine", seleccionados por Diego Paszkowski y editado por Azul Francia (2018) y “Las amigas no mienten” en Antología de nuevos escritores.

"Letras y Deportes" seleccionados por Diego Paszkowski, editado por Clásica y Moderna con el auspicio de Editorial Sudamericana (2016).

Eventos/presentaciones:

Presentación de los cuentos "Letras y Cine" y "Letras y Deportes"

Presentación de "Esto que me pasa" en el Centro Cultural Recoleta en el marco de la Bienal de Arte Joven de Buenos Aires el 28 de septiembre del 2019. 



lunes, 7 de septiembre de 2020

Distorsión de la Imagen

Me levanté de mi aletargado descanso

y al reflejo me acerqué.

Esa mañana el tiempo se detuvo,

algo distinto noté. 

 

¿Las canas?,

¿los poros?,

¿las manchas?,

¿la flacidez?

 

Nadie me advirtió que el colágeno venía con fecha de vencimiento...

 

Recorro los garabatos que dibujan el contorno de mis bordes,

observo surcos de felicidad

con estampas

de llanto y de odio contenidos.

La piel nos delata.

 

La pesadumbre de la mirada no me permite ver qué fue lo que cambió.

La habitación se vuelve un laberinto sin salida.

Me pierdo en el eco del reflejo.

No me reconozco.

 

Llevo más de veinte minutos mirando la proyección de mi ser, sin poder

descubrir las verdades que no quiero saber.

 

¡Qué caso tiene! Mejor cambio este pedazo de vidrio

por uno que sea capaz de devolverme

a la persona que alguna vez el sol despertó

y no a este obsoleto reflejo,

 que el fuego marchitó.


martes, 1 de septiembre de 2020

Don Juan de Nadie (Aldo Samudio)

Me he visto nacer solo, como una fruta caída al piso y germinada en la tierra con gotas de lágrimas. He visto forjar mis pasos de una manera indolente cuando noté que mis pies ya estaban cansados aun antes de que naciera. He nacido un poco aquí y otro poco allá sin desperdiciar tiempo. Me he visto crecer como un cardo sin el cardizal y me he devorado al mundo con espinas y, aun así, no escupí la sangre que emanaba de mi boca herida.

He vivido como viven los reyes de alcantarillas, husmeando por recónditas ventanas desoladas, con paisajes que enamoran a las serpientes y a los ebrios. Por alguna razón la vida me hizo especial, con una belleza deslumbrante que el espejo roto y marchito había reflejado una y otra vez por décadas.

He hablado de mi belleza pero no soy de presumir, como muchos lo hacen, sólo la acepto porque considero que no debo tener compasión de nadie, cuando en verdad, algunas realidades que viven otras personas me sofocan por las noches.

Soy consciente de que han atentado contra mi ser muchas veces, las mujeres me habrán abrazado en sus sueños por más de mil veces en interminables noches. Recuerdo un sueño en el que Narciso me había tragado y había vomitado mariposas amarillas, pétalos de rosas del color del oro y las heridas verticales que iban dibujando mis uñas, rasgando su garganta cuando me resistía al ser tragado, dejaron nacer arcoíris desde su lengua hasta la boca de su estómago. 

En mi vida he tenido cifras inmemoriales de mujeres a las que nunca he tocado. Las primeras citas eran espeluznantes, elaboraba un escaneo residual y antes de completar la dichosa tarea, ya el encanto yacía roto en partículas siderales por un suelo que ni siquiera merecía que lo pisara en ese momento tan atroz.

No quiero alardear de mi belleza pero a veces cargo con el peso en la memoria de todas aquellas mujeres que se han quitado penosamente la vida, porque fue imposible corresponderlas. Con gran tormento, recuerdo que una de ellas se extirpó los ojos para no verse enredada en tan humillante realidad. Hubo otra que se aventuró en un viaje a mar abierto, inventando una interesante fantasía de que se había marchado con un hermoso joven que era reconocido por tener una enorme mansión amurallada que ningún ladrón podía ser capaz de atravesarla, pero en realidad murió en un botecito pobremente diseñado, tras haber pasado días naufragando sin agua ni comida. O cómo olvidar a aquella mujer artista que me dibujaba y pintaba incansablemente a su lado hasta que las terribles fauces de la verdad le habían hecho entender que jamás me tendría por amante y decidió tomar un pincel, ungirlo con ácido y pasárselo violentamente por el rostro para luego morir en su cama trastornada por el dolor del cuerpo y del alma.

Debo decir que no vine a este mundo como quien viene de una fiesta, alcoholizado y decretando mediante el sexo un souvenir que crecerá por algún tiempo pero morirá como cualquier flor que resplandece fugazmente. Debo aclarar que el poder de mi amor es el mayor sacrificio que deberán hacer las personas por amarme, por desearme, por no poder contener las ganas de tenerme en frente y mirarme a los ojos esperando que consigan ser únicamente suyos. Ese es el sacrificio, su incapacidad de amarme y mi imposibilidad de merecerlas.

Es por ello que mi vida siempre estuvo al margen de la admiración. Las mujeres que se han sacrificado por codiciar mi amor eran mujeres extraordinarias, que una vez que despertaron su amor por mí sólo la muerte pudo apagarlo. El poder de mi bondad equivale al poder de mi belleza y mi sacrificio siempre ha sido vivir en las alcantarillas, en los barrancos desolados y fríos, bajo los puentes solitarios que me miraban incansablemente.  

¿Se han preguntado quién soy? La naturaleza de la estupidez humana sólo mira las cosas, los objetos de este mundo. Sólo puede ver lo que se le presenta ante los ojos, creen que pueden codiciar las circunstancias de lo ajeno, cuando lo esencial de la vida se derrite ante sus ojos incapaces de percibir la abstracción de una mirada muerta. Podés decir que soy todo aquello que no imaginás. No se hagan dueños de ilusiones ajenas, porque entrarán en el interminable círculo de sacrificios absurdos.

Ahora bien, estoy bajo un puente, soy estiércol de animal, soy un vientre podrido sin un bebé dentro, soy tripa de gallina en el rostro y grasa de cabra en el cabello; aun así no soy menos atractivo, sigo resplandeciente con mi belleza única y descomunal. Si me seguís mirando, seguirán construyendo el altar para tu sacrificio y eso me desconsuela. Soy la moda, soy la soberbia de tu imaginación, soy la vida funesta y aun así sigo evitando tu mirada porque soy piadoso y corro a esconderme en los juncos de la periferia, fríos, oscuros y húmedos.

He aquí mi fracaso como amante, siendo el hombre más hermoso del mundo.

 

Sobre el autor

Aldo Edgar Samudio es oriundo de Colonia Wanda (Misiones), tiene 33 años, se desempeña como docente de Lengua y Literatura. Si bien sus lecturas abarcan diversos escritores y temáticas variadas, actualmente su interés se centra en indagar en la literatura misionera e ir conociendo sus diferentes autores.

En lo que respecta a su recorrido literario, Aldo ha obtenido una mención especial en el certamen del día del amigo organizado por Poetas Unidos de la provincia de Chaco. También ha sido premiado por los usuarios de Instagram en el concurso de microrrelatos organizado por el Programa de Cultura del CFI y ha participado en el certamen de microrrelatos de la Fundación César Egido Serrano de España.

Además, ha publicado dos cuentos en Misiones Cultural: Noche sinfónica y Mi última víctima. Si bien hasta el día de la fecha no ha publicado ningún libro, el autor lo considera como parte de un proyecto próximo.