Nada como una ducha
relajante. Tuve un día complicado en el laburo: pila de textos a corregir -uno
peor que el otro- la mala onda de mi compañero quejándose por sus historias
románticas truncadas, la música monótona y superficial de todos los días. A eso
se le suman las mañas de mi insomnio y un jefe con un mal día. Pero bueno, ya
fue… una buena ducha de agua caliente es la solución.
–¡¡Zorra de mierda, te
andás escribiendo con Eduardo!!
El grito quiebra mi
pensamiento centrado en la nada.
–Mirá esos mensajes, ¡hija
de mil putas!
Son los gritos de un
hombre, vienen del edificio vecino, se dirigen a una mujer que solloza…
Apuro mi baño y luego de
vestirme, voy a la cocina a prepararme un café.
“¡Uf! Se le vino la noche
a la mina” –pienso como para distraer mi mente de lo que había oído.
Mientras reviso mis
mensajes de whatsapp, disperso bebo unos tragos de mi café. Al rato, me exaltan
nuevamente unos quejidos:
–¡Soltame, soltame, por
favooor!
“¡Dios mío! Debe ser la
rubia de al lado que se mudó hace unos días…” –pienso anonadado.
–¡Sos una hija de mil
putas! ¡Te merecés esto por trola! –espeta agresivamente una voz masculina, mientras
acompasa el tumulto un ruido como de cuerpos chocando contra unos muebles.
Corro hacia mi pieza, pego
mi oreja a la pared junto a mi cama; da al edificio contiguo, desde ahí voy a
poder percibir mejor lo que ocurre. La mujer llora mientras su agresor la
insulta horriblemente.
Tomo mi celular, mando un
mensaje al grupo del vecindario advirtiendo lo que estaba pasando en aquel
edificio… Algo tenemos que hacer…
–¡¡Por favor, bastaaa!! –ruega
encarecidamente la mujer entre llantos.
“¡Dios mío! Este hijo de
puta la está golpeando brutalmente” –pienso con desesperación.
Miro el whatsapp, nadie
contesta mi mensaje en el grupo…
Los violentos forcejeos
siguen mientras los gritos crecen de ambos lados: ella suplicándole que pare,
él insultándola a más no poder. En menos de un minuto, irrumpe la escena un
bramido horroroso de la mujer…
Silencio
sepulcral
Unos minutos después oigo
una puerta que se abre. Salgo rápidamente. Quiero verle la cara al agresor. ¡Voy
a grabarme la cara de ese hijo de puta!
Al rato, hago pie en mi
patio y al subir la mirada, veo a una mujer y a un hombre prendiéndose unos
puchos en el edificio de al lado.
Luego de una primera seca,
ella le dice a él:
–¡Qué lo tiró! ¡Cómo está
la serie! ¿Eh?
–¡Naaa! ¡Una cosa de
locos! Garrón que haya que esperar una semana para que suban el nuevo capítulo –contesta
el hombre.
Ella asiente con la
cabeza, luego dibuja una sonrisa en la cara y le dice:
–Apostemos. ¿La mata o no
la mata?
Juani PC