Elegí nacer y no ser abortade.
Elegí ser pobre y beber
el agua sucia de un río cagado.
Elegí no ir a una escuela estatal
en primaria, sino a una religiosa
de abandonada doctrina.
Elegí, entonces, envidiar compañeros
que tenían alguna moneda
para matar más que el hambre.
Elegí decir “¿me invitás?” porque
elegí que me enseñaran que robar está mal.
Elegí así devolver unos
botines de regalo, que se elige
ser pobre pero honrado.
Elegí no tener juguetes costosos
y algo más caro como una bici
que debería haber compartido
con dos de mis tres hermanos
que elegí tener para pelearme.
Elegí no no fumar,
no no beber,
ya que ahora descarto
la primera sola de estas opciones.
Elegí repetir un año secundario
donde elegí hacer seis y hasta siete
para empardar los años primarios.
Elegí allí también cagarme de hambre
esperando un bondi tras otro
sin poder abordarlos, agarrotados;
o para variar elegí caminar
hasta casa 30 calles
por haber elegido una chipa
de media mañana, inalcanzable
al mediodía.
Elegí no tener sexo por pavo
y menos besar muchas chicas,
lo que siempre es un clavo
socialmente mental.
Tiempo después elegiría
los libros literarios que, obviamente,
elegí no pagar por haber decidido
no pedir plata a mis padres
sino becas de fotocopias
e ir caminando ya que estaba entrenado.
Y tuve la suerte de poder elegir
levantarme temprano, tipo 3 ó 4
para repartir diarios
en la bici añorada
y poder irme, luego, a estudiar
montando la misma para evitar
los pasajes que aporten
un fondo al hogar, donde
elegí no volver a almorzar
para que alcanzara
para los demás puesto que yo
hasta postre tenía
en la facultad: una naranja,
una mandarina,
a veces un pan…
Elegí todo esto hasta
que reconocí no haber elegido
palabras, escribir, sino
ser escrito por ellas. Entendí,
así, que toda
conciencia es impropia,
que toda palabra es ajena;
más, al descubrir
que lo propio tampoco son las
decisiones de clase. Por ello debí
replantearme todo
este poema,
sobre todo al ver revelada
esta llana verdad en este
link pasajero aquí descrito como
hache te te pe dos puntos
barra barra eme punto
youtube punto com
barra watch
interrogación ve corta
ve corta (otra vez pero) mayúscula
guion medio a (la vocal) zeta
siete jota tres ese (mayúscula)
ce equis ele and (el signo comercial
arriba del seis en el teclado)
te igual tres ese
o lo que es lo mismo, este hipervínculo:
https://m.youtube.com/watch?v=V-az7j3ScxI&t=3s
¿Un plagio, un tributo,
una remembranza? Quizás
la inconsistencia
de que
toda palabra es ajena.
Sobre el autor
Diego R. Godoy tiene treinta y seis años y es, aunque hubiese preferido algo distinto, de Posadas. Nació en la lectura literaria con dos obras que, según rumores, le habrían reestructurado las relaciones sinápticas: Las armas secretas, de Julio Cortázar y El Aleph, de Jorge Luis Borges. Otro autor que lo habría entusiasmado a la escritura habría sido Isidoro Blaisten, con sus absurdos melancólicos.
Diego ha sido reconocido por la revista Le, del Centro del Conocimiento, con un primer premio por su cuento
“Beso de pez”, publicado en su edición número 3, de octubre de 2010. También le
publicaron su cuento “Llevarse los ceros” (Editorial Universitaria de Misiones,
2009), que obtuvo el tercer lugar en el concurso La escritura en manos de todos, en su edición de 2007. Otros
cuentos suyos circularon en las revistas independientes Impresencia (“Perspectiva”) y El
Puente (“El sueño de Daniel”, Número 3, noviembre de 2008). La revista Le también ha publicado sus cuentos
“Voyeur de supermercado” (Número 7, agosto de 2012) y “Nadia ha sido rota” (Número
14, junio de 2016).
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