lunes, 11 de enero de 2021

El cazador de espíritus (Karina Barrionuevo)

El hombre que se retorcía en el camastro de paja se llamaba Huo Qiang. Afuera arreciaba una tormenta de nieve y el gélido hálito invernal hacía crujir los tablones de la posada. Él no sentía frío. Ya no recordaba cuándo fue la última vez que había sentido algo que no fuera esa hambre despiadada que le devoraba las entrañas. Eran los fronterizos momentos del día, un día que en estas épocas agonizaba ya incluso desde el mismo amanecer. Cualquiera hubiera pensado que el Sol transitaba una enfermedad terminal y arrojaba sus trémulos y debilitados rayos sobre esta tierra, sólo para perpetuar la agonía de la insignificante existencia de los mortales. 

Huo Qiang se incorporó de repente. Siempre tenía la misma pesadilla. Los 18 círculos del infierno se abrían como fauces monstruosas y reclamaban su carne palpitante llena de vida, para deleite de los demonios, que lo esperaban para torturarlo sin piedad. 

―Ya… calma mi niño, no te preocupes, fue sólo un mal sueño ―lo tranquilizaba la anciana en medio de la noche, cada vez que el pequeño Huo despertaba agitado y lloroso, ante las terribles visiones oníricas. 

―Pero… se sintió muy real abuela Gui Po, los demonios se quieren hacer un banquete conmigo ―decía el niño entre sollozos― Siempre es lo mismo. ¿Por qué veo eso? ¡No quiero! 

―Ya te lo dije, eres especial mi pequeña llama, todas las almas pasan por el infierno. Nadie se salva de eso. Tú tampoco. El Diyu es muy real, has pasado muchas veces por ahí, pero la última vez, Meng Po, la dama del olvido, se tropezó y derramó la taza cuando debía darte de beber el té para que olvidaras. Sólo bebiste unas gotas antes de nacer a esta vida. Por eso, las imágenes que te aterran no son otra cosa que recuerdos que puedes ver cada vez que duermes y tu espíritu vuela por el plano astral. 

¿Qué hubiera hecho aquel niño temeroso sin la sabiduría de esa anciana? Ella fue la que le contó toda suerte de historias y relatos fantásticos. Fue a través de ella que supo que hay demonios que operan fuera del averno, en los callejones oscuros, en los charcos de lluvia, en bosques sombríos o incluso allí mismo, en su propia casa. Aprendió a reconocer los malditos Mogwai, o las sensuales Huli jing y también experimentó los conjuros y talismanes para eliminarlos. Es así que se convirtió en un experto cazador de demonios. 

―¿Por qué tu cara brilla abuela Gui Po? ¿Acaso no están todas las lámparas de aceite apagadas? 

―No hacen falta lámparas mi estimado príncipe. Tu nombre es Huo Quian y tienes la fuerza del fuego. Eso es suficiente para alumbrar mi rostro y toda la habitación si fuera necesario. Ahora duerme, no le temas a los demonios, ellos deben temerte a ti cariño. 

Amaba a esa dulce y arrugada dama. Disfrutaba mucho observar sus movimientos tan pausados y parsimoniosos, como si bailara esas antiguas canciones que cantaban los artistas ambulantes. Amaba cómo sus ojos desaparecían entre los pliegues de su piel cuando curvaba sus labios en una sonrisa amable. Esos ojos blancos, nublados por cataratas, parecían contener destellos del origen del universo y a pesar de carecer de visión, él sentía que ella podía verlo todo. Su presencia llenaba la estancia con calidez y le daba paz a su corazón. 

Por eso no entendió por qué su madre no la quiso subir a la carreta cuando huyeron de la invasión de los mongoles. Él gritaba para que su madre no la dejara abandonada a su suerte, le suplicó de mil formas, hasta que su madre no lo soportó más y lo sentó de un bofetón en el piso. 

―¡Entiéndelo de una vez Huo Qian, No puedo llevar a tu abuela! 

―¡¿Por qué?! Ella es pequeña y casi no come… ¡por favor! Si la dejamos la matarán. 

―¡Entiéndelo de una vez muchacho tonto! ¡No van a matar a tu abuela! No pueden hacerlo, tu abuela ya está muerta. ¿Qué te pasa? Ella murió antes de que tú nacieras. 

Luego de decir esto, la madre levantó al niño del suelo y lo trepó a la carreta. 

Poco a poco vio como la imagen difusa de la anciana se volvía cada vez más transparente, hasta desaparecer por completo del umbral de la puerta de su casa. 

Cinco años después de ese doloroso día, la volvió a ver. 

La avanzada mongol los había acorralado en una aldea y las flechas con fuego surcaban el cielo nocturno con su característico silbido de muerte, sólo para encontrar alimento en los techos y florecer con su anaranjado presagio de fatalidad. 

El caos pronto se apoderó de todo y Huo, aunque tenía nombre de hoguera huyó del fuego como todos los demás. Su madre lo ocultó en un bebedero de animales, le ofreció una pajilla de bambú para que le sirviera como respiradero y lo dejó allí sin decirle nada. 

Soportó un rato, pero pronto el humo comenzó a ingresar por el bambú y no le quedó otra alternativa que salir de allí y tratar de escapar de las llamas. 

La anciana estaba parada en la puerta del cobertizo, llevaba la misma ropa de siempre y algo rojo en sus manos. 

―¿Eres tú abuela Gui Po? ¿Cómo es posible? ¿Acaso no estás muerta? ¿O estoy muerto y vienes a buscarme? 

―¡Cuántas preguntas! ―dijo la anciana sonriente― Sólo vine a traerte un regalo. Mira lo que te traje mi pequeña flama andante, esto es carne de Fei yu. Cómela. Contiene magia. Te dará fuerza y no habrá en este mundo ninguna espada ni rayo que te mate. Nunca más sentirás miedo, ni sufrirás. 

El muchacho devoró la rancia carne e inmediatamente sintió que algo cambiaba dentro de él. Una energía lo comenzó a embargar y su cuerpo creció en musculatura y talla. De repente, sintió el impulso de salir a hacerles frente a los mongoles y así lo hizo. Se quitó la camisa hecha hilachas, avanzó entre la muchedumbre, aplastando escudos y espadas, comenzó a luchar desenfrenadamente. Mataba a los soldados enemigos con sus propias manos… o garras. Los decapitó, descuartizó y bebió de su sangre y comió de su carne, hasta que aquellos expertos soldados comenzaron a retroceder cobardemente ante aquel horrible espectáculo. 

Se sentía tan bien no tener miedo. No sentir el frío del acero, ni el candente abrazo de las llamas. ¿Acaso esto era ser un dios? El gozo extremo de su frenesí se vio interrumpido por el grito de los aldeanos. Todos huían pavorosamente gritando “¡Jiangshi!”. Eso lo puso alerta y miró hacia los lados. Todos corrían como si le temieran y no lo reconocieran como su salvador. 

Se miró las manos chorreantes y visualizó en un charco de sangre su propia imagen reflejada. 

Entonces el pánico lo conquistó. Corrió hacia el granero en busca de la anciana. 

―¡Gui Po! ¿Dónde estás? ¿Qué me hiciste? ―gritaba el muchacho desesperado. 

―¿No estás feliz pequeña llama andante?―dijo la mujer 

―¿Por qué Gui Po? ¿No era carne de Fei yu verdad? 

―No, querido, no era Fei yu, era carne de Jiangshi. 

El joven palideció, cayó de rodillas y vomitó estrepitosamente el sanguinolento contenido de su estómago. 

―¿Cómo pudiste darme carne de vampiro? ¿Cómo abuela Gui Po?―reclamó entre sollozos. 

La mujer lo observaba con la misma sonrisa imperturbable de siempre, pero unos colmillos asomaban tímidos esta vez. 

―¡Ay fueguito! ¿Cómo te lo digo?… Verás, yo no soy tu abuela Gui Po, querido. 

La mujer largó una risotada que de a poco fue convirtiéndose en el chillido de un jabalí. Huo Qian presenció cómo ese ser fantasmagórico se transformaba en un aborrecible mogwai y se deslizaba escurridizo entre las llamas hasta desaparecer de ese sitio. De repente, se encontró solo con su miseria, convertido en lo que más detestaba, ahora era un “no muerto”. La integridad de su alma se había corrompido para siempre y su sed de sangre lo alejaría cada vez más de su humanidad. Había pasado su vida persiguiendo demonios y ahora era uno de ellos.

Glosario:
- Hou Qiang: El que posee la fuerza del fuego. 
- Diyu: infierno 
- Meng Po: Mitología china. La dama del olvido. Habita el inframundo y es quien da de beber un té que provoca amnesia a las almas prestas a reencarnar. 
- Mogwai: Estas criaturas demoníacas se reproducen durante las temporadas de lluvias, y se aproximan a las poblaciones humanas para llevarlos al pecado, la perversión y finalmente, la destrucción. 
- Huli jing: Espíritus de zorro. Suelen presentarse como mujeres sensuales y hermosas. 
- Fei yu: Antiguo animal mitológico chino con cuerpo de cerdo, cubierto de manchas rojas, cabeza y aletas de pez. Comer su carne ofrece protección contra rayos y armas cortantes. 
- Jiangshi: vampiro chino.


Sobre la autora:
Karina Barrionuevo -cuyo pseudónimo es Nasika- nació en 1976 en la ciudad de Eldorado. Es docente de primaria, artista plástica, ilustradora, muralista y escritora. Ha participado en varias antologías del grupo Dementeazul y ha ilustrado tapas e interiores de libros, tanto de la región como de México y España. Su vínculo con la literatura se desarrolla desde edades tempranas, siendo una lectora voraz desde pequeña. En cuanto a la escritura, se inclina más hacia la narrativa, aunque ha incursionado también en la poesía.

Actividades y publicaciones literarias:
• 2000 y 2001: Historieta “La última amazona” con textos y dibujos propios en el periódico 'Vigencia' de la ciudad de Eldorado.

•2002-05: Talleres de producción literaria en distintas escuelas de la ciudad de Eldorado

• 2005: El Agua es vida, la vida es como el agua, Segundo Encuentro de Escritores Eldorado.

• 2005: Andresito Guacurarí.

• 2006: Los cuatro elementos.

• 2016-2017: Revista “Eldo” de difusión cultural regional. Colaboración con textos literarios

2017-: 2do premio del certamen literario “Palabras que brillan”, en el rubro “cuento”.

• 2018: 3er premio en el certamen literario internacional Quiroga y su entorno, en el rubro “cuento”.

2017-18-19: Jurado en los Juegos Evita a nivel local en los rubros de plástica y literatura.

• 2019: Seleccionada en el 1er concurso internacional de relatos “Serves” para la antología “365 cuentos para vagos”. (España) En la que participó con 15 relatos.

• 2020: formó parte del Jurado del “I concurso para escritores noveles, en honor a Lizandro Chávez Alfaro”. (Nicaragua).


Contacto:

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