Hace algunos años, malgastaba mis horas nocturnas intentando vanamente conciliar el sueño. Utilizaba todo tipo de métodos naturales para alcanzar las ocho horas de descanso recomendada por los médicos, pero nada parecía funcionar. El despertar sucedía en cualquier momento, eso era lo peor de todo, podía estar durmiendo placenteramente y levantarme desesperado a las cuatro de la mañana sin ninguna razón aparente.
Los especialistas pocas respuestas me dieron: estrés, angustia, ansiedad, depresión, y un millón de etcéteras. Y lo que me ofrecían era un abanico de drogas para adormecer todos mis impulsos. Al parecer, la vida resultaba complicada de procesar para mi organismo. Sin embargo, pronto descubrí que este mal aquejaba a la mayoría de mis conocidos y poco había por hacer más que aceptarlo. Entonces pasé por todas las reacciones y emociones posibles; desde el enojo hasta la tristeza y, al final, la aceptación.
La solución vino casi por arte de magia durante una de esas noches. Al darme vuelta, apareció una figura fantasmagórica acostada junto a mí. No obstante, antes que causarme pavor, me llenó de una alegría inimaginable. Miranda había fallecido hace diez años, dejando un hueco sombrío en mi existencia, pero estaba de nuevo tan bella como en vida. En ese instante, me sentí como Dante en el Paraíso en presencia de Beatriz. Quise tocar su mano, pero ella la apartó asustada. Supuse que ya no poseía un cuerpo y su incorporeidad rompería toda la ilusión.
Abracé con ganas la nueva irrealidad, en la cual hicimos un pacto implícito. Ella me visitaba todas las noches de insomnio y hablábamos por horas. No faltaban ocasiones en las que recordaba lo mucho que nos amamos y me largaba a llorar. Incluso varias veces le rogué que me llevara con ella; pero por la mañana ya estaba mejor, descansado y con ánimos de afrontar la vida. A veces, perdía la cuenta del tiempo y pasaba fines de semana enteros hablando con su recuerdo. Cada vez se apegaba más y más a mí, hasta que terminé por dejar de ver amigos y familiares, y esa fue mi ruina. Sin preguntar, me tomaron de los brazos una mañana y en ese estado fui dirigido a la camioneta de un centro de salud. Para ellos desvariaba, había enloquecido por no dormir, no era funcional para la sociedad. Mis seres queridos fueron los que firmaron la sentencia, aceptaron encerrarme por un breve tiempo. Entonces estuve solo frente a una blanca inmensidad que aún no puedo olvidar y fue borrando lentamente la cara de Miranda hasta hacerla desaparecer. Eventualmente salí del recinto psiquiátrico, sin embargo, ya todo lo que me había hecho feliz estaba muerto. Ellos asesinaron de nuevo a Miranda y me dejaron vagando eternamente en el insomnio.
Los especialistas pocas respuestas me dieron: estrés, angustia, ansiedad, depresión, y un millón de etcéteras. Y lo que me ofrecían era un abanico de drogas para adormecer todos mis impulsos. Al parecer, la vida resultaba complicada de procesar para mi organismo. Sin embargo, pronto descubrí que este mal aquejaba a la mayoría de mis conocidos y poco había por hacer más que aceptarlo. Entonces pasé por todas las reacciones y emociones posibles; desde el enojo hasta la tristeza y, al final, la aceptación.
La solución vino casi por arte de magia durante una de esas noches. Al darme vuelta, apareció una figura fantasmagórica acostada junto a mí. No obstante, antes que causarme pavor, me llenó de una alegría inimaginable. Miranda había fallecido hace diez años, dejando un hueco sombrío en mi existencia, pero estaba de nuevo tan bella como en vida. En ese instante, me sentí como Dante en el Paraíso en presencia de Beatriz. Quise tocar su mano, pero ella la apartó asustada. Supuse que ya no poseía un cuerpo y su incorporeidad rompería toda la ilusión.
Abracé con ganas la nueva irrealidad, en la cual hicimos un pacto implícito. Ella me visitaba todas las noches de insomnio y hablábamos por horas. No faltaban ocasiones en las que recordaba lo mucho que nos amamos y me largaba a llorar. Incluso varias veces le rogué que me llevara con ella; pero por la mañana ya estaba mejor, descansado y con ánimos de afrontar la vida. A veces, perdía la cuenta del tiempo y pasaba fines de semana enteros hablando con su recuerdo. Cada vez se apegaba más y más a mí, hasta que terminé por dejar de ver amigos y familiares, y esa fue mi ruina. Sin preguntar, me tomaron de los brazos una mañana y en ese estado fui dirigido a la camioneta de un centro de salud. Para ellos desvariaba, había enloquecido por no dormir, no era funcional para la sociedad. Mis seres queridos fueron los que firmaron la sentencia, aceptaron encerrarme por un breve tiempo. Entonces estuve solo frente a una blanca inmensidad que aún no puedo olvidar y fue borrando lentamente la cara de Miranda hasta hacerla desaparecer. Eventualmente salí del recinto psiquiátrico, sin embargo, ya todo lo que me había hecho feliz estaba muerto. Ellos asesinaron de nuevo a Miranda y me dejaron vagando eternamente en el insomnio.
Sobre la autora:
Jennifer Gisselle Eichberger tiene 23 años y nació en Posadas, Misiones. Considera que la literatura siempre fue una parte constituyente de su propia existencia. Sus padres le inculcaron el amor por los libros prácticamente desde que aprendió a leer a los 4 años. Recuerda que leyó su primera novela (en forma solitaria) a los 11 años, fue “El código Da Vinci” de Dan Brown. A partir de ese descubrimiento, continuó leyendo novelas y cuentos, lo cual llevó a que comenzara a escribir narrativa a los 13 años. Asimismo, estudió Licenciatura y Profesorado en Letras donde continuó descubriendo autores que le apasionaban. A los 21 años comenzó a presentarse en concursos literarios donde obtuvo algunos reconocimientos, por ejemplo, en “Fiesta de las Letras en SEU” o “Los Millenials también escriben sobre Amor, Locura y Muerte”. Entre los escritores que admira y guiaron su estilo literario destaca Julio Cortázar, Milan Kundera y Rosa Montero.
Publicaciones:
“El oscuro impacto de la realidad” (2020). Editorial Tinta Libre. Género Novela.
“El pasar del tiempo” (2020). Revista Prisma Digital. Género Microrrelato.
“Cruzá los dedos” (2020). Género Microrrelato.
“Que es amigo, que es piel y confidente” (2020) y “Silencio” (2021). Revista Güebé Magazine. Género Microrrelato.
- La presentación de su novela “El oscuro impacto de la realidad” fue el 17 de julio de 2021 en Piccola Galleria D’Arte. Posadas, Misiones.
Instagram: @jeneichberger
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