23:40. Volví a arruinar un té, en este caso el de maracuyá. A cada sorbo la cosa se vuelve más dulce. El trago final es casi una cochinada y mientras lo tomo pienso que me cago en el día en que compré ese edulcorante de stevia de mierda y la reputísima madre que lo parió.
El Gipsy entra en la pieza a pleno maullido. Tiene tantos que creo que este es el actoral, con el que se hace el pobrecito. Es casi un lamento diría. Sube a la cama, me muerde despacito la mano y se echa a mi lado.
Claro, la casa está en un silencio sospechoso así que al ratito la Oli se asoma tímida por el marco de la puerta. Ya somos 3 en la cama, falta el Shan. No tardará en sumarse.
Qué me importan hoy sus pulgas y esta falsa pulcritud con la que me miento.
22:20. Carla escribe: “Positivo”, y todo lo que minutos antes parecía neblina ahora se me condensa sobre el cuerpo y las ideas. ¿Con quién estuve? ¿Papá y mamá? ¿Fútbol? ¿Boxeo?
¿La Luli? Empiezo a tener síntomas, los de Covid y los de hipocondría. Camino en círculos. Me abrigo. Mando audios. ¿A quién más tengo que avisarle?
¿Y si soy yo el que la pasa mal? ¿Y si me tengo que quedar 10 días solo? ¿Y si no puedo respirar? No, por favor, no me quiero enfermar.
22:19. Llega un audio de papá y se escucha: “La Grego dio positivo”. Nunca sus 93 años le impidieron subirse a un colectivo para ir a cuidar bebés o señoras mayores. Ahora papá dice que recemos y confiemos en la vacuna.
20:52. Hasta hace algunas semanas, los viernes en el trabajo eran muy tranquilos. No sé en qué momento cambió todo pero ahora detonan. Se ha vuelto el día más activo e intenso.
Mucha locura para terminar la semana, así que camino a casa saboreando el pucho que me va a ayudar a bajar.
Aprovecho y me indago; me estudio, un poco que me escarbo para ver qué hay además del cansancio.
Sí, llevo una sonrisa. ¿Qué más? Hay una musiquita, pero no se escucha. No viene de afuera. Mi cuerpo es ancho, camino despacio. ¿Seguro que no estoy flotando? Me gusta, todo está bien. Voy a escribir sobre eso, sumado a la idea de hoy al mediodía.
12:03. Qué verga, me pasé 30 minutos frente al espejo y nada. No hubo revelación. No hubo encuentro con alguno de mis YO ni apareció emoción por demás enredada. Ahora tengo hambre. Por lo menos me la banque ahí firme sin esquivarme la mirada, podría haber seguido. De hecho, me hubiese gustado haber seguido. No se sintió para nada mal ese toque de vanidad. Encontré satisfacción, cierto coqueteo; y mucha, pero mucha, diferencia entre el lado izquierdo y el derecho de la cara. Me reí y convertí la escena en un juego de muecas, ni así logré igualar las mitades.
10:16. Abro la puerta del frente. Buen día mundo. El cuerpo duele, está cansado de tanto ejercicio, quiere volver a la cama. Ya se huele el café en la hornalla y se siente el solcito de otoño en la piel. Nos sentamos sobre el escalón y miramos la calle; al igual que nosotros, está empezando a vivir. Antes del primer beso a la taza, mi cuerpo se abraza al lomo marrón de la Oli. Siempre dije que tengo abrazos convertidos en refugios, el de la Oli es uno de ellos. Allí descansamos mi cuerpo y yo, y volvemos a ser uno. Definitivamente sobre esto voy a escribir. Aparecen las pulgas. Es hora de ir frente al espejo.
Sobre el autor:
Bruno Tressens Vega tiene 33 años. Nació en Córdoba capital y vivió desde el 2006 al 2020 en Posadas, donde estudió la carrera de Licenciatura en Genética.
Ferviente admirador de Eduardo Galeano, recuerda su primera incursión en la literatura durante el secundario al leer "Crimen y Castigo' de Dostoyevski. Por aquel entonces, jugaba a escribir poemas pero la escritura toma forma en él muchos años después como mecanismo de expresión intimista. Participó en diferentes talleres de escritura y no posee aún textos publicados.
Genial Bruno. Me parece interesante el aspecto lúdico que toma la regresión del tiempo en formato reloj. El desdoblamiento del ser del personaje representado por el espejo y por su propia voz. Muy bueno, el texto genera una lectura atrapada en un tiempo que se aprieta desde los extremos y juega con esa apariencia entre lo real y el deseo que explota en vertientes de nuevos comienzos. Aldo samudio comenta.
ResponderEliminarWow.. todo eso genera!?
ResponderEliminarMuchas gracias Aldo. Maravilloso.
Abrazo enorme!!