lunes, 15 de marzo de 2021

Confesión de verano (Angelina Cabrera)

No me siento especial ni orgullosa de ciertas debilidades que me causan una fascinación inexplicable, quizás porque son consideradas ordinarias. No sé. Como sea, no pensaba en eso la tarde de cielo lluvioso, cuando el sol indeciso de enero filtraba sus últimos rayos por entre las ramas de los árboles que custodiaban la calle silenciosa.

Fue entonces cuando lo vi. Enseguida sentí su aroma, percibí su forma. Era otro, pero a la vez el mismo, de esos que me enloquecen a primera vista y que ejercen sobre mí una especie de hipnosis. Me quedé anonadada y ya no pude pensar en nada más que en tenerlo solo para mí. Y a solas.

Suerte que no había nadie alrededor. Me acerqué al principio tímida, pero cuando ya estaba frente a mí, me abalancé sobre él, con la desesperación de quien fue privada de ciertos placeres por meses. Lo descubrí tan salvaje y al mismo tiempo vulnerable. Sentí su piel tan suave, tan lustrosa y dorada. Y supe que era exquisitamente mío.

No pude contenerme, sus jugos bajaron por mi cuello, deslizándose por mi pecho y manchando la blusa blanca que ya empezaba a incomodarme. Cuando terminé, como siempre quedé con ganas de más.

La tarde se moría en un festín de colores mágicos, cuando en el auto, estacionada bajo un árbol, lo saboreé en secreto, por última vez, lentamente, hasta la última gota.

Sus huellas quedaron en mí, como siempre. Lo seguí percibiendo en la boca mientras llegaba a casa, temerosa de cruzarme con alguien y que lo notara en mi cara.

Me miré en el espejo y vi sus huellas. Necesitaría hilo dental para quitarme las fibras de ese mango delicioso de entre los dientes.


Sobre la autora:
Angelina Cabrera nació el 29 de marzo de 1981, en Puerto Esperanza, una pequeña ciudad al norte de la provincia de Misiones.
Desde niña leía los pocos libros o revistas que caían en sus manos. Ya en su adolescencia comenzó a leer textos de poetas como Alfonsina Storni, Juana de Ibarbourou, Sor Juana Inés de la Cruz, Amado Nervo, entre otros escritores latinoamericanos. Siempre se sintió atraída por la literatura de denuncia en especial por los textos feministas, a fuerza de vivir en un país donde una constante es la violencia machista, o por descubrir la dignidad que resuena en las voces de mujeres que, calladas durante siglos, empiezan a hacerse escuchar. Participó en dos concursos de poesías en su pueblo natal ganando el primero y saliendo segundo lugar en otro.
Al finalizar sus estudios secundarios, Angelina estudió en la UNaM, en la ciudad de Posadas, obteniendo el título de profesora en Letras.
Siguió escribiendo textos aislados, algunos de los cuales fueron publicados en periódicos de tiradas internas de organizaciones sociales.
La ciudad la atrapó con sus encantos, su dinamismo y a pesar de sus contradicciones; ya no regresó a su otrora querida Puerto Esperanza sino solamente de visitas.




12 comentarios:

  1. Que hermoso escrito me encantó¡¡a seguir escribiendo Angelina para deiletarno con tu escritura

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  2. Una excelente forma de introducirnos en ese mundo maravilloso del deseo y ese placer sublime de poder deleitarnos con esa fruta tan misionera. Me encanta como lo expresaste desde una óptica tan original dándole ese toque tan tuyo Angelina en cada palabra. Me encanta y felicitaciones, seguí deleitándonos con tus escritos

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  3. Muy bueno, te atrapa. Una lectura propio de nuestra región. Me encanta!!!

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  4. Muy bueno!!definitivamente el género erótico es lo tuyo...

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  7. ¡Buenísimo, una lectura muy entretenida! ¡Espero más textos tuyos Angelina!

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  8. Muy bueno! atrapa,cómo la fruta con su sabor!queda una a la espera de más escritos.

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  9. Sencillo y atrapante. Cómo un mango en verano.

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