martes, 3 de enero de 2023

Manifiesto insoslayable (Constanza Márquez)

“(…) Pide a cada poeta su visión desnuda de las cosas, limpia de estigmas ancestrales; una visión fragante, como si ante sus ojos fuese surgiendo auroralmente el mundo”.

Borges, Manifiesto ultraísta. 1921


Esto soy, un libro con hojas en blanco, una pluma inserta en el tintero, la bruma que toma forma de algo, la mirada que espera inquieta vislumbrar algo que la inquiete; así, en mi afán por tropezar con el sentido he encontrado en mi absurdo un motivo imprescindible.
Una poderosa fuerza capaz de reprimir la soledad, esa a la que el mundo yace tan acostumbrado; la amistad halla su camino en recónditos parajes al tiempo que lucha con la ambivalencia de su concepción tan desentendida de objetividades, es incierta, porque no sabemos interpretarla en la infinidad de sus formas, también una consecuencia, porque debemos de sembrarla para hacernos de sus frutos, paradójicamente representa la confluencia entre el uno y su esencia, pues se trata en gran parte de una fiesta de percepciones de la cual nos llevamos nuevas perspectivas que forman el ser, su carácter y su filosofía frente al mundo. La inesperada magnitud que arrasa tiempos de martirio se constituye también como pilar del amor, el primer amor, genuino y efímero, uno insoslayable para la experiencia y el recuerdo.
Los amigos son por tanto el motor primario, mínima unidad de la necesidad más humana; todos constituimos, sin darnos cuenta, el choque más exacto del absurdo, todos y cada uno nos hallaremos sometidos incontables veces en la vida al despedazamiento de la esencia, es decir, que sometidos a la fuerza cobramos significados insospechados y a veces distantes a los que podríamos otorgarnos.
De un punto hasta aquí cabe preguntarnos: ¿Qué es la amistad? La respuesta resulta tan concreta como incongruente, pues la fuerza que implica resulta para el ser una masa indescriptible de sensaciones, momentos, derechos y responsabilidades mantenidos durante un tiempo indeterminado, un pasaje que deja huellas, una connotación humana de la que no escapamos y que igualmente es tardado en cuestiones de encuentro.
Pero la amistad también es en gran parte un logro, figura un entramado de representaciones mentales sostenidas en el tiempo que envueltas en un manto resuelven la complicidad metafísica y permanente, aquella que no necesita de la presencia de otro para establecer el lazo, finalmente instituye una meta, porque en el lamento de un mundo gigante el encuentro con el otro es una suerte de destino.



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