Su hermanito no podía dormir entonces le contó que hoy había leído a Fabián Casas. Quién pa’ ese es.
Qué nombre es ese.
Un escritor, me gustan sus columnas.
¿Columnas en su casa? Acaso tiene un palacio.
No creo, pero dice que en el primer relato de un
libro de Richard Yeats llamado Mentirosos enamorados, dos niños igual que
nosotros, antes de irse a dormir, escuchan, igual que nosotros, cómo sus padres
discuten en el living. El más grande le dice al otro que en la ciudad se
producen muchos ruidos porque la gente siempre está haciendo trámites,
diligencias, paseos, trasladándose, y que si hace silencio logrará escuchar ese
ruido, que llega como murmullo. Hacen silencio, el silencio posible,
concentrados evitan los gritos que traspasan las paredes y la puerta. O tal vez
hay un piso superior. Perro ladra. Seguro está pasando una rata por el muro
esquivando el salpicado de vidrio; difusa, acelerada, pasa la rata y el perro
no alcanza trepar por la pared aunque deja las
marcas de sus garras sucias en la pintura del muro. No, dice el hermano
menor, ladra porque tiene muchas cosas para decir y sólo está la luna y él no
la reconoce como luna ni como lejana, y todo su discurso sus pensamientos
quiere expresarlos, lo que le falta, un hueso, lo que embadurna su piel, el
aceitoso rumor de verano, la soledad, quiere decir que no le molesta o que lo
acompañen. Fíjate, dejá ya al perro tranquilo, esa sirena que atraviesa el
oeste. No, mentiroso, para allá está el sur, es por donde agarramos para la
ruta. La sirena va hacia la playita de Candelaria donde unos chicos se olvidaron
un fuego prendido que.
Sobre el autor:
Santiago capo.
ResponderEliminar